top of page

Quevedo contra Góngora

Diego de Velázquez:
Retrato de Góngora, 1622

Museo de Bellas Artes, Boston

Érase un hombre a una nariz pegado,

Érase una nariz superlativa,

Érase una alquitara medio viva,

Érase un peje espada mal barbado;

 

Era un reloj de sol mal encarado.

Érase un elefante boca arriba,

Érase una nariz sayón y escriba,

Un Ovidio Nasón mal narigado.

 

Érase el espolón de una galera,

Érase una pirámide de Egito,

Los doce tribus de narices era;

 

Érase un naricísimo infinito,

Frisón archinariz, caratulera,

Sabañón garrafal morado y frito.

Francisco Quevedo

Cuando circularon los primeros poemas de Quevedo, se rumoreó que imitaba o parodiaba los escritos por Góngora. Por lo que al enterarse el poeta pensó que se quería aprovechar de su fama, entonces no dudó en reaccionar dándose así el comienzo del enfrentamiento.

Juan Van der Hamen:
Francisco de Quevedo y Villegas

Instituto Valencia de Don Juan, Madrid

Anacreonte español, no hay quien os tope.

Que no diga con mucha cortesía,

Que ya que vuestros pies son de elegía,

Que vuestras suavidades son de arrope

 

¿No imitaréis al terenciano Lope,

Que al de Belerofonte cada día.

Sobre zuecos de cómica poesía

Se calza espuelas, y le da un galope?

 

Con cuidado especial vuestros antojos

Dicen que quieren traducir al griego,

No habiéndolo mirado vuestros ojos.

 

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,

Porque a luz saque ciertos versos flojos,

Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

Luis de Góngora

Yo te untaré mis obras con tocino

Porque no me las muerdas, Gongorilla,

Perro de los ingenios de Castilla,

Docto en pullas, cual mozo de camino.

 

Apenas hombre, sacerdote indino,

Que aprendiste sin christus la cartilla;

Chocarrero de Córdoba y Sevilla,

Y en la Corte, bufón a lo divino.

 

¿Por qué censuras tú la lengua griega

siendo sólo rabí de la judía,

cosa que tu nariz aun no lo niega?

 

No escribas versos más, por vida mía;

Aunque aquesto de escribas se te pega,

por tener de sayón la rebeldía.

Francisco Quevedo

Diego de Velázquez:
Retrato de Góngora, 1622

Museo de Bellas Artes, Boston

Anacreonte español, no hay quien os tope.

Que no diga con mucha cortesía,

Que ya que vuestros pies son de elegía,

Que vuestras suavidades son de arrope

 

¿No imitaréis al terenciano Lope,

Que al de Belerofonte cada día.

Sobre zuecos de cómica poesía

Se calza espuelas, y le da un galope?

 

Con cuidado especial vuestros antojos

Dicen que quieren traducir al griego,

No habiéndolo mirado vuestros ojos.

 

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,

Porque a luz saque ciertos versos flojos,

Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

Luis de Góngora

Juan Van der Hamen:
Francisco de Quevedo y Villegas

Instituto Valencia de Don Juan, Madrid

Juan Van der Hamen:
Francisco de Quevedo y Villegas

Instituto Valencia de Don Juan, Madrid

A don Francisco de Quevedo

 

Cierto poeta, en forma peregrina

cuanto devota, se metió a romero,

con quien pudiera bien todo barbero

lavar la más llagada disciplina.

 

Era su benditísima esclavina,

en cuanto suya, de un hermoso cuero,

su báculo timón del más zorrero

bajel, que desde el Faro de Cecina

 

a Brindis, sin hacer agua, navega.

Este sin landre claudicante Roque,

de una venera justamente vano,

 

que en oro engasta, santa insignia, aloque,

a San Trago camina, donde llega:

que tanto anda el cojo como el sano.

Luis de Góngora

Juan Van der Hamen:
Francisco de Quevedo y Villegas

Instituto Valencia de Don Juan, Madrid

© 2018 por Galería Memorias. 

Av. Chaves Nogales 122, 41020, Sevilla.

  • Facebook Clean
  • Twitter Clean
bottom of page